Un sentido homenaje a la memoria del pueblo vasco

En el mundo rebelde las fronteras no existen. La hermandad entre pueblos está por encima de las distancias, limites geográficos o la represión estatal. Durante mucho tiempo, los poderosos han intentado hacernos creer que la lucha por la liberación nacional terminó, que hemos fracasado en el empeño por alcanzar la auto determinación y la emancipación.

Sin embargo, aunque a muchos les cueste reconocerlo la rebeldía sigue siendo una opción de dignidad para millones de desposeídos en Colombia y el Mundo. Justamente por eso nunca han podido acallar nuestras voces; seguimos siendo una realidad que no pueden invisibilizar; somos la expresión de la rebeldía armada de nuestro pueblo, seguimos alzados y empuñando las armas, luchando por nuestra libertad. Nos hemos convertido en ejemplo vivo: presentes y firmes sin desfallecer.

Si bien, como ELN hoy estamos asistiendo a un proceso de diálogo con el gobierno colombiano, nuestra expectativa es que este sea un proceso que brinde mejores condiciones para el pueblo que tanto ha soportado la guerra, este es un nuevo intento por lograr las reivindicaciones negadas a la población históricamente excluida.

Podemos decir, que han sido necesarios 59 años de lucha guerrillera, armada e insurgente para que un gobierno haya aceptado buscar con seriedad una salida política al conflicto. Sabemos perfectamente que esto no ha sido un regalo, hemos pagado un altísimo precio por mantenernos fieles en nuestras convicciones: se nos ha tachado de ser amantes de la guerra, fundamentalistas de la violencia, de anhelar que corra más sangre en el país.

Nada más alejado de realidad; ha sido el propio régimen el que ha saboteado una y otra vez las posibilidades alcanzar una sociedad en paz, ellos le declararon al pueblo una guerra perpetua, y se han encargado de frenar cualquier posibilidad de cambio. Son el Estado colombiano y sus aliados internacionales los primeros responsables de la barbarie que hemos vivido desde casi 60 años.

En cambio, el empeño de nuestra organización y del conjunto de los revolucionarios colombianos siempre ha sido el de abrir el camino de la salida política para superar el conflicto, sin renunciar a nuestra esencia insurgente, construyendo un nueva etapa de paz en la historia nacional entre todos y todas, contraria a la fracasada fórmula de la pacificación, donde sólo se busca la rendición de la guerrilla para que el Estado siga masacrando al pueblo. Todo lo contrario, creemos que sólo superando las causas que han generado el conflicto es que podemos encontrar una nueva realidad; la búsqueda de esa nueva realidad nos llevó a alzarnos en armas en 1964, esa búsqueda se mantiene vigente hoy, así como se mantiene vigente la lucha armada en Colombia.

En esta larga historia de lucha, hemos tenido que despedir seres queridos, verdaderas revolucionarias e incansables libertarias a quienes el Estado criminal asesinó en su intento por exterminarnos físicamente. Nuestros pueblos han sufrido a manos de regímenes militaristas y dictatoriales que nos violentan y asesinan, y en todos estos años hemos pasado por difíciles y complejos momentos. Aún así seguimos existiendo, seguimos presentes recogiendo la memoria de quienes ya no están, avanzando hoy, mientras sembramos la esperanza en las nuevas generaciones que lograrán la victoria.

La siembra de nuestras hermanas y hermanos no ha sido en vano, combatientes de la vida, de la libertad, de la dignidad, de la humanidad, de la liberación como presente y futuro ofrendaron sus vidas con valentía y con la certeza de que la lucha valdrá siempre la pena. Quienes seguimos en el camino, quienes les amamos y recordamos, llevamos con orgullo sus banderas; seguimos en resistencia abrigadas con el ejemplo de las semillas en la tierra, con el calor de su sangre derramada, con la mirada firme para afrontar la muerte.

Porque no hemos claudicado en nuestra lucha por la liberación nacional y el socialismo. No hemos perdido la confianza y la certeza de ver caer el modelo de miseria y hambre que es el capitalismo.

Desde el Ejercito de Liberación Nacional de Colombia -ELN-, en ocasión del Gudari Eguna presentamos honores a la memoria de todos los heroicos combatientes que han ofrendado su vida por una Euskal Herria libre, independiente y socialista. A cada uno de los caídos a lo largo de tantos años de lucha, así como todos los presos políticos y exiliados de este pueblo les reconocemos como hermanos y hermanas.

Sabemos perfectamente el valor que tiene honrar a quienes ya no están entre nosotros, los pueblos pagan un alto precio por sus luchas y las nuestras no han sido la excepción. Sin embargo también sabemos, y sobre todo sentimos en nuestros corazones la huella imborrable de toda la fortaleza espiritual, humanista, revolucionaria y guerrillera que hemos recibido de miles de mujeres y hombres que han regado su sangre en nuestras filas y fuera de ellas, pero todos con un destino común: la justicia y la dignidad ante desafíos que no podemos esquivar aún a costa de nuestras vidas. Porque sabemos que aquel que murió peleando vive en cada compañero, por nuestros muertos no guardaremos nunca ni un minuto de silencio, al contrario en su memoria ofrecemos toda una vida de combate.

El pueblo vasco lo entiende perfectamente y por eso cada 27 de Septiembre rinde un sentido homenaje a sus mártires, y es por esto que a pesar de la distancia, nos identificamos con su larga historia de lucha por liberarse y les ratificamos, queridos hermanos y hermanas de esa patria de dignidad, que somos más que hermanos de lucha; nos envuelve a todos la bandera de la justicia para dar la vida en cualquier parte del mundo, porque solo pensando así se es hoy verdadero revolucionario y revolucionaria.

Nuestra bandera roja y negra sigue ondeando con más fuerza, y nuestra voluntad de Liberación o Muerte se hace cada vez más firme.

Reciban nuestro más solidario, cálido y revolucionario saludo.

Ejercito de Liberación Nacional

Colombia para los trabajadores.

Ni un paso atrás Liberación o muerte.

Ni rendición ni entrega, siempre junto al pueblo.